La generación de la paz…
Tanto los niños y niñas que han venido de otras regiones, y quienes han tenido que adaptarse a lugares y formas de relacionarse completamente distintas, como los niños y niñas que nacieron en las ciudades y que desertaron del sistema escolar tradicional, deben entender que están bajo la dirección de una dictadura del “adulto-centrismo”, que percibe al niño o la niña como simples objetos pasivos que no pueden aportar absolutamente nada al cambio social. Es decir, que no son considerados como seres humanos históricos capaces de trasformar los contextos donde se encuentran o por lo menos comprenderlos.
Esta postura jerárquica y patriarcal alimenta la cultura de la violencia a través de acciones que buscan limitar la expansión crítica donde no se le da cabida al pluralismo y la diversidad de pensamiento y consciencia. Los niños y niñas son necesarios para consolidar acciones de paz desde la cotidianidad; son ellos desde su inocencia, alegría, espontaneidad, creatividad quienes enriquecen como un arco iris tridimensional nuestra vida. Ellos(as) aportan ideas, desarrollan propuestas y pueden generar acciones encaminadas a fortalecer el sentido de común-unidad, de pensamiento crítico y ayudarnos a consolidar un nuevo proyecto alternativo de vida.
Para que esto sea posible, son necesarios nuevos contextos y escenarios de aprendizaje donde se estimule la aceptación personal de los niños y niñas, su formación en valores, su dimensión ética y de principios, promover una infancia “matríztica” de solidaridad y colaboración, donde se geste el respeto y la confianza hacia sí mismo y hacia los demás. Estas características transversales se pueden sembrar, favoreciendo una sensibilización particular y social para permitir un crecimiento integral de las personas y de la sociedad.
Qué estén bien, felices y libres de sufrimiento.